"En el trabajo de relación y en relación con otras y con otros las educadoras van creando un saber pedagógico que las acompaña y las sostiene como pregunta siempre abierta. La relación ha sido origen en su hacerse educadoras, un eje en su proceso –siempre inacabado– de formación"
Con estas palabras comienza uno de los apartados del artículo Elementos para una pedagogía de la alteridad en la práctica de educadoras sociales: un estudio narrativo, publicado en el último número de nuestra revista y escrito por la profesora de la Universitàt de València Clara Arbiol. En dicho artículo, su autora realiza un estudio narrativo-experiencial de la labor de cuatro educadoras sociales a fin de indagar ciertos elementos de la misma, los cuales podrían dar lugar a la constitución de determinada pedagogía de la alteridad. De esta forma se realiza aquí un riguroso trabajo de investigación que trata de dar sustento teórico al desempeño del educador social, muchas veces desprestigiado, pero con entidad propia y necesaria en nuestro contexto actual.
Hemos querido dedicar la primera entrada de nuestro blog a mostrar el compromiso de la revista con la necesidad de aumentar las investigaciones teóricas que den sustento a la educación social, en numerosas ocasiones malentendida y maltratada, posiblemente por una falta de atención o incluso de conocimiento; y lo hacemos justo ahora que se cumple un mes de la realización de las I Jornadas de Educación Social en la Universidad Pontificia de Salamanca y tres meses del Congreso Nacional de Educadores de Calle organizado por la Universidad de Salamanca en el Campus de Zamora. En ambos encuentros se reivindicó el valor de esta figura profesional, la cual, tal y como reconocieron los expertos allí congregados, va mucho más allá de la organización y dinamización del ocio y del tiempo libre, como se suele pensar.
De hecho, hace poco fue noticia el éxito que ha tenido en Melilla el programa "educadores de calle", compuesto por un conjunto de educadores sociales que han conseguido recuperar a más de 200 niños que, no estando acompañados por ningún adulto, vagaban ocultos y en condiciones poco saludables por las calles de esta ciudad; cada vez son más las comunidades autónomas que se unen a la incorporación de educadores sociales a centros educativos ordinarios, la última de ellas Canarias; y varios expertos en instituciones penitenciarias reclaman la necesidad que estén más presentes en nuestras prisiones.
Todo esto nos hace pensar que la profesión del educador social está ganando poco a poco en dignidad, no obstante, es mucho lo que aún queda por hacer. Existe intrusismo laboral, desconocimiento e ignorancia que lleva a confundir su labor con la del trabajador social, el monitor o incluso el voluntario. El educador social tiene una tarea específica, abierta a múltiples ámbitos, pero singular y no equiparable a la tarea que puedan desempeñar otros profesionales. Es por esta razón por la que es importante que sigan apareciendo artículos como el de la profesora Arbiol, ya que es el estudio teórico de la realidad el que termina dando forma y sustancia a todo desempeño práctico profesional. Cuanto más en profundidad conozcamos y delimitemos el sentido de la educación social, mayor reconocimiento específico adquirirá este experto educativo en emancipación y dignidad.
Alberto Sánchez Rojo
Universidad Complutense de Madrid
Editor Asistente de Teoría de la Educación. Revista Interuniversitaria
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