Pedagogías, ¿salvajes?
- editorteri
- 1 abr
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En educación, y más concreto aún, en Pedagogía, hemos desarrollado cierta preferencia por lo cultivado, lo planificado, lo civilizado y lo domesticado. Por eso no es de extrañar que los adjetivos que aluden a lo indómito en el plano de lo educativo despierten en nosotros una sensación de incomodidad y desconfianza hasta el punto de hacer que se nos erice la piel. Y precisamente porque no sabemos hacer educación fuera de unos parámetros mínimamente predecibles, no encontramos entre nuestra racionalidad occidental antropocéntrica motivos suficientes para que el concepto de lo “salvaje” consiga la dignidad de una dicha humana que sea buena, como sería el caso de la Pedagogía.
La primera cosa que me gustaría que se supiese sobre el artículo “Pedagogías salvajes: nuevas concepciones para una ontología relacional en educación”, además de que, como autora, valga decir recomiendo su lectura, es que su contenido tiene un gran valor personal. Siendo mi primera publicación científica, representa un trabajo de reflexión que comencé allá en 2022 cuando aún era alumna de Pedagogía en la Universidad de Salamanca. Así que, ahora que estoy haciendo mi tesis doctoral en Teoría de la Educación, puedo hacer oficial que este cometido ocupa gran parte de mi sentir y pensar acerca de la educación en su sentido gnoseológico más amplio. Agradezco entonces, a propósito de lo dicho, el acompañamiento incondicional que durante este proceso estoy recibiendo de mi director y siempre maestro, José Manuel Muñoz Rodríguez.
La segunda cuestión, ya sí, entrando de lleno en el artículo, tiene que ver con la posibilidad de que haya dichas pedagógicas que sean buenas a pesar de llevar de por medio el calificativo de “salvajes”. Hasta ahora éramos conocedores de que en el contexto hispano de ciencias sociales los vínculos que habían mantenido unida a la pedagogía con lo salvaje referían a historias postergadas como la del Pequeño salvaje de Aveyron. Sin embargo, lo que se añade de nuevo a esta relación es un sentir presente sobre la relación humano-mundo(más-que-humano) que ya no reniega de las naturalezas que no son humanas. En todo caso, la formulación protagonista de nuestra reflexión tiene cabida dentro de lo que es “Wild Pedagogies” o también denominada, “la teoría de Wild Pedagogies”, un proyecto ciertamente emergente que, como se advertía, irrumpió por primera vez en la literatura anglófona de ciencias sociales alrededor del año 2018 de la mano del Crex Crex Collective. Fue entonces que tras rastrear sus pasos a partir de una revisión de la literatura que se centró en seis bases de datos (Education Resourcer Information Center (ERIC), Dialnet, Scopus, Web of Science (WoS), Scielo y ProQuest), confirmamos que Wild Pedagogies había venido gestándose de manera gradual alrededor de ocho piedras angulares, todas ellas distribuidas inicialmente en seis hasta 2022, y con dos adicionales hasta el 2024.
Vinculado a la piedra número uno (#1) “Co-profesor”, planteamos el objetivo específico de discernir entre el papel que se le atribuye al educador y al educando en la teoría de Wild Pedagogies. Para este caso, entre la voluntad dominante del sujeto que enseña y la del sujeto que aprende, deben coexistir aspiraciones ecológicas comunes donde se promueva el resurgimiento de otras voluntades oprimidas, como la del sujeto natural que enseña, y al que, Wild Pedagogies libra de esa condición hegemónica de objeto pasivo dentro de los procesos educativos. En la piedra número dos (#2) “La complejidad, lo desconocido y la espontaneidad”, se quiso analizar las implicaciones prácticas y éticas de la teoría de Wild Pedagogies, dando por hecho que los asuntos medioambientales son responsabilidad de todos. Ya de partida se distinguen bastantes avances provenientes de corrientes conocimiento vecinas, como el neomaterialismo, que algo ya vienen alentando a la educación en estos mismos términos. Para la piedra número tres (#3) “Localización de lo salvaje”, se planteó identificar los factores geográficos y ecológicos que fundamentan la teoría de Wild Pedagogies, priorizando cómo no, la relación lugar-mundo. En la piedra número cuatro (#4) “Tiempo y práctica”, quisimos centrarnos en estudiar las concepciones sobre el proceso de enseñanza-aprendizaje que se proponía desde la teoría de Wild Pedagogies: “educación salvaje” y “aprendizaje salvaje” que son procesos de crecimiento y maduración natural. En la pierda número cinco (#5) “Cambio socio-cultural”, exploramos los objetivos educativos que persigue la teoría de Wild Pedagogies, que respeta la tradición filosófica del concepto “re-wilding”. Así, en la piedra número seis (#6) “Construyendo alianzas y Comunidad Humana”, se refirió a las concepciones de evaluación educativa que sustentan la teoría de Wild Pedagogies, sin duda un proyecto que desafía de manera firme las nociones convencionales de muchos estándares que construyen la idea normotípica de la educación. De cara al último periodo de 2024, se dio a conocer lo poco revelado hasta ahora sobre las piedras restantes: el nombre y la finalidad de la séptima y octava piedra, que son: (#7) “Aprender a amar, cuidar y ser compasivo” y (#8) “Ampliar la imaginación”.
Judit Alonso del Casar
Universidad de Salamanca

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