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Educación secundaria y educación en valores: una relación necesaria aún no lograda

Actualizado: 8 ene 2020

Cuando se habla de educar en valores, suele hacerse únicamente referencia al cultivo de aquellas actitudes que facilitan el tranquilo discurrir de las clases, en detrimento de aquellos valores que permiten el desarrollo personal. Es por ello por lo que resulta fundamental programar las clases de modo más participativo, identificar con claridad los valores y antivalores, dando lugar a una comunidad de aprendizaje axiológico, y crear un espacio común para resolver problemas y compartir las perspectivas de los alumnos.

Con este párrafo termina el artículo La importancia de los valores transmitidos por el profesorado de Secundaria para una mejor convivencia escolar, elaborado por Marcos García y María Carmen Ortega de la Universidad Nacional de Educación a Distancia y por José María Sola, de la Universidad de Alicante, publicado en el último número de nuestra revista. En él, haciendo uso de metodologías tanto cuantitativas, como cualitativas y de análisis bibliográfico, tratan de mostrar cómo entienden la educación en valores los docentes de Educación Secundaria, cómo la aplican y hasta qué punto esta forma general de entenderla y aplicarla es la más idónea.


Tal y como sostienen los autores de este artículo como punto de partida, hoy en día nos encontramos en un contexto educativo bastante complejo, ya que en las últimas décadas los modos humanos de ser y de estar en el mundo han cambiado de forma radical. Tanto es así, que no hemos tenido suficiente tiempo para analizarlo, para saber cómo proceder y para determinar de manera clara y meridiana cuáles son, desde un punto de vista pedagógico, las maneras más deseables de proceder. Las nuevas generaciones, habiendo crecido acompañadas por un mundo altamente tecnologizado aprenden de manera diferente a la que lo hicieron sus referentes adultos, que poco a poco están dejando de serlo, produciéndose una clara crisis de las instituciones tradicionales que conlleva cierto abandono aquellos que de nuevas llegan al mundo a su suerte, algo que puede ser peligroso.

Tradicionalmente los docentes de la etapa de Educación Secundaria han tendido y aún tienden a centrar su labor en la transmisión de aprendizajes académicos; es decir, se ven a sí mismos más como instructores que como educadores, cuando, debido a las razones anteriormente señaladas, habrían de centrar su labor más en la educación que en la instrucción. El artículo de García, Ortega y Sola señala que la mayoría de docentes culpan a las familias de los problemas de mal comportamiento tan presentes en las aulas de este nivel, eludiendo su responsabilidad como educadores. De esta forma, buscan estrategias que permitan mantener la calma en sus clases, bien sea a través de premios, castigos o metodologías innovadoras que atañan a aspectos motivacionales. No obstante, estas medidas atienden al problema sólo de manera superficial y temporal.


La educación en valores no puede consistir en implementar medidas que hagan del clima del aula algo controlable, sino en hacer que las nuevas generaciones interioricen determinados valores que de manera automática produzcan un clima aceptable. Esto no quiere decir que no haya conflictos, que no haya encuentros poco amigables, ya que la confrontación es algo humano y sobre todo en la adolescencia, donde uno conforma su propia identidad confrontándose al resto. Sin embargo, dichos conflictos jamás nos conducirán a situaciones que atenten contra la dignidad humana si nos hemos formado en valores que, por encima de todo, sitúen el respeto a nuestro mundo y a los otros. Es esto lo que debe implementarse en las aulas de secundaria de manera transversal. Necesitamos valores que realicen, que eduquen y formen, no valores que contengan, que controlen y que simplemente reprendan y limiten. De lo contrario, en algún momento dicha contención habrá de explotar de forma que ya muchas veces hemos tenido que lamentar.


Recomendamos este artículo a profesores de Educación Secundaria y personas interesadas en el trabajo con adolescentes a fin de que reflexionen qué quiere decir realmente educar en valores en esta etapa.

Alberto Sánchez Rojo

Universidad Complutense de Madrid




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