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El papel de las entidades cívico-sociales en el Aprendizaje-Servicio

Participar, según la última definición aportada por la Real Academia Española, es «tomar parte en algo» o «recibir una parte de algo». La participación de los individuos en cuestiones cívicas y comunitarias siempre ha despertado interés en el ámbito de las ciencias sociales, especialmente a partir del declive que se confirma en los últimos años, y más aún entre los jóvenes, en todo aquello que se refiere a compromiso cívico. En este sentido, parece existir acuerdo a la hora de señalar la participación activa en entidades del tercer sector como una señal clara de implicación ciudadana.


Así pues, el sistema educativo debe buscar iniciativas que permitan establecer conexiones con el entramado social, a fin de impulsar los niveles de participación de los estudiantes en la vida de sus comunidades circundantes. Lo que se propone en este artículo es el Aprendizaje-Servicio (ApS) como una metodología capaz de contribuir, desde el sistema educativo, a sistematizar la implicación en movimientos de índole social, en tanto que añade un componente de servicio a la comunidad a los procesos de aprendizaje tradicional. Este potencial se desprende ya de su propia definición, en tanto que se trata de una estrategia educativa que combina procesos de aprendizaje académico con un servicio a la comunidad, de modo que se produce no solo una optimización del aprendizaje disciplinar y técnico, sino también del desarrollo cívico-social y personal del alumnado.


Por tanto, el Aprendizaje-Servicio permite fortalecer las sinergias entre el sistema educativo y las entidades del tercer sector, con edificantes consecuencias para ambos. En primer lugar, no es baladí todo el conocimiento especializado y actualizado que los estudiantes pueden movilizar en diferentes contextos reales, a fin de paliar o resolver diferentes problemáticas o necesidades sociales. Y, en segundo lugar, tampoco podemos olvidar todo el conocimiento que reside fuera de los muros de escuela y universidades y que, por tanto, ha de ser adquirido en la cotidianeidad. En este sentido, el ApS supone recuperar conexiones entre educación formal, no formal, e incluso informal, de tal manera que se creen comunidades de aprendizaje, donde la reciprocidad, la solidaridad y la responsabilidad marcarán los pilares epistemológicos.


Lo que en este trabajo queremos destacar es el rol de las entidades del tercer sector como partenaires de las acciones solidarias, donde su papel es el de contribuir y propiciar el desarrollo de un servicio determinado por parte de un grupo de estudiantes procedentes de una institución de educación reglada. Todo ello sin olvidar su papel como agente educativo, pues es claro su potencial para expandir e incrementar la calidad del aprendizaje que adquieren los/as estudiantes en los diferentes niveles del sistema educativo. En especial, destacamos el hecho de que, por su propia orientación a la acción comunitaria, contribuyan en la adquisición de competencias cívicas por parte de los alumnos, como resultado de la implicación de los mismos en las dinámicas propias de la sociedad en aras a solventar necesidades y problemáticas diversas.


Por ello, podemos dirimir tres posicionamientos donde las entidades del tercer sector ejerzan su protagonismo en los proyectos de Aprendizaje-Servicio (figura 1). En primer lugar, y como hemos señalado anteriormente, como Socios (partenaires) en los proyectos de ApS, creando el caldo de cultivo para el desarrollo de los proyectos, y aportando una dosis aplicada del conocimiento. En segundo término, como impulsores de proyectos, en los cuales las entidades detectan alguna necesidad social que puede ser cubierta por un alumnado concreto, por lo que demandan y proponen un proyecto de ApS que contribuya a mejorar la situación. Por último, las asociaciones, fundaciones, colectivos… podrán ser coordinadores de experiencias de Aprendizaje-Servicio, de tal manera que faciliten la creación de sinergias entre diferentes centros educativos, colectivos sociales y contexto ambiental, cultural, educativo y/o cívico.

Figura 1. Roles de las entidades cívico-sociales en proyectos de ApS

Fuente: Elaboración propia

En resumidas cuentas, la conclusión principal de nuestro trabajo es prístina: las entidades sociales, como actor imprescindible en los proyectos de ApS, dan la oportunidad a los/as estudiantes que participan en este tipo de iniciativas de situarse en contextos sociales reales que contribuyen a su desarrollo cívico-social y que, por tanto, incrementan su compromiso y su participación ciudadana. Además, las relaciones que se crean y se desarrollan en contextos sociales y con los grupos e instituciones que los configuran terminan por conformar la identidad de los/as alumnas/os como ciudadanos/as.


Alexandre Sotelino Losada

Ígor Mella Núñez

GI-Esculca, Universidade de Santiago de Compostela

Miguel Ángel Rodríguez Fernández

CIFP – Xunta de Galicia




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