La inclusión del emprendimiento en las aulas requiere recuperar el significado originario del término emprendedor que se relaciona con el desarrollo de la iniciativa y el desempeño de acciones que entrañan dificultad. De esta manera la educación emprendedora es de interés en el ámbito educativo porque da respuesta a la aspiración natural de la persona al crecimiento y favorece el desarrollo y la mejora tanto de la persona como de la sociedad. En esta línea se incide en el desarrollo de los indicadores de la competencia que hacen referencia a la definición primera del emprendedor y en los que prima la dimensión personal y social frente al carácter económico
De este modo concluye el artículo Análisis del concepto 'emprendedor' y su incorporación al ámbito educativo, publicado en nuestra revista, en primer número de 2019, por la profesora Arantxa Azqueta Díaz De Alda de la Universidad Internacional de La Rioja (España). Con este trabajo su autora pretende llamar la atención sobre un concepto muy utilizado en nuestros días; de hecho, tan utilizado que se ha convertido en reclamo de escuelas e instituciones educativas, en necesidad a criterio de muchas familias y en objeto de dura crítica y oposición por parte de quienes ven en él una clara invasión de la economía en la educación. Ahora bien, se trata de un concepto cuyo significado o bien se da por hecho, reduciéndolo al ámbito económico y comercial, o bien deviene mantra, vacío de todo sentido, pero para muchos a la fuerza bueno, pues está presente de manera marcada en el discurso pedagógicamente dominante, al igual que otros conceptos como podrían ser la internacionalización, la participación o la innovación. El gran grueso de la población no se plantea con profundidad qué quiere decir esto, pero lo relaciona de manera casi automática con una buena educación. Es lo que tienen los discursos dominantes, que, a fuerza de presencia y persuasión, fácilmente convencen.
La profesora Azqueta trata en este artículo de dar cuenta del concepto, de analizarlo profundamente para desglosar todas sus acepciones, qué le dio origen y cuál ha sido su evolución a lo largo de los años. En la mayoría de las ocasiones, cuando nos referimos a algo a través de un término, tendemos tomar como punto de partida el sentido el sentido del mismo en el contexto concreto en que lo estamos usando. No obstante, para que lo estemos utilizando de la manera que lo hacemos y no de otra, han tenido que suceder ciertas cosas. La evolución de nuestro mundo va acompañada de la evolución del lenguaje y, si bien en investigación educativa tendemos a analizar el desarrollo social para después, muchas veces sólo de pasada, hacer mención a ciertos cambios en el uso de determinadas palabras relacionado con ese proceso, pocas veces hacemos el camino inverso. El estudio de la evolución de las palabras nos puede decir mucho acerca del camino recorrido a nivel de pensamiento, de modo que puede sin duda ayudarnos a darnos cuenta de lo ganado, pero también de lo perdido, desde otro punto de vista.
La pluralidad de miradas es importante, así como saber recorrer diversos caminos o métodos. El camino recorrido por la autora de este artículo le ha llevado a descubrir que, en origen, el emprendimiento estaba muy relacionado con la iniciativa, una iniciativa que conllevaba dificultad y esfuerzo. Así pues, no estaba el concepto tan relacionado con el de la estrategia, con la técnica y con la racionalidad utilitarista e instrumental que lo caracterizaría posteriormente y a la que, hoy en día, parece haberse visto reducido. No podemos dejar que cierta ideología se adueñe del concepto, ni tampoco reducirlo a esto si, contrarios a la misma, luchamos contra la aplicación que de él se está haciendo. La profesora Azqueta demuestra la existencia de un valor importante y puramente pedagógico, que se encuentra inserto en el concepto de emprendimiento. Es por ello por lo que merece ser recuperada. Emprender va más allá de lo económico y empresarial, emprender es aprender a luchar, lo cual no está de más en un mundo incierto que nos aporta tanta incertidumbre e inseguridad.
El interés de este artículo, tal y como hemos tratado de resaltar, es doble y con esto concluiremos. Por un lado, da cuenta de la reducción que se ha hecho de un concepto que o bien se reduce a su comprensión por parte de una ideología concreta, o bien se lo acepta sin más, como parte indisociable de toda buena educación actual sin cuestionamiento alguno. Eso, a nivel de contenido, nos muestra de la importancia de ir más allá, de no aceptar sin más lo que viene dado y de, teóricamente, tratar de siempre de llegar al fondo. Ahora bien, por otro lado, destaca también desde un punto de vista metodológico, pues muestra el interés del análisis del lenguaje para la investigación educativa. Esta metodología, secundaria y cada vez más ausente es esencial y aquí se muestra hasta qué punto debería ser potenciada.
Alberto Sánchez Rojo
Universidad Complutense de Madrid
Editor Asistente de Teoría de la Educación. Revista Interuniversitaria
