LA AUTOEVALUACIÓN DEL ESTUDIANTE UNIVERSITARIO: REVISIÓN DE LA LITERATURA
Te has preguntado ¿por qué a pesar de los esfuerzos de transformación, algunos sistemas educativos aún no evidencian mejora en sus procesos? Este artículo comparte una posición que puede explicar este suceso y deja la necesidad de proponer nuevas reflexiones acerca de la autoevaluación del aprendizaje. En la última década cada vez con más frecuencia se escucha y lee sobre la autoevaluación de todo tipo – la institucional, la profesional, del programa, del desempeño-, pero, en particular del aprendizaje. Numerosos estudios en muchos países alrededor del mundo presentan diversos resultados. Si bien parece que ya se ha investigado bastante, y, por tanto, se conoce sobre el tema, algunos hallazgos confirman que la autoevaluación aún no se ha comprendido lo suficiente para hacer parte esencial de un proceso enseñanza-aprendizaje consciente y significativo. Sobre ella hay malos entendidos y prejuicios que frenan su aplicación con los estudiantes en pro de su formación y el aprendizaje a lo largo de la vida.
Así, en este contexto se generan varias dudas. ¿Qué tanto realmente sabemos sobre la autoevaluación del aprendizaje desde una mirada didáctica y en relación con nuestro rol de profesores, concretamente, universitarios? ¿Cuáles son nuestras creencias y mitos, nuestra comprensión de su importancia para el ser? ¿Tienen nuestros prejuicios fundamentos desde las investigaciones como evidencias científicas? ¿Podemos enriquecer nuestra interpretación a partir de la revisión de estudios realizados entre 2006 y 2020? ¿Qué tendencias se identifican entre ellos? ¿Qué nos dicen los hallazgos encontrados? ¿Qué caminos podemos emprender en el futuro en relación con investigaciones sobre la autoevaluación del aprendizaje?
La literatura existente se ha centrado en analizar principalmente la autoevaluación desde una postura de su validez y confiabilidad y de búsqueda de aspectos que influyen en ésta, dejando de lado otros elementos importantes que podrían favorecer su mayor comprensión y, por tanto, aplicación en el aula universitaria. En este sentido, también es importante señalar que, si bien las instituciones educativas de nivel superior realizan la autoevaluación como requisito obligatorio para acreditarse, la autoevaluación del aprendizaje, que hace el estudiante, no es exigencia pues es esporádica y voluntaria, un hecho que genera cuestionamientos: ¿no debería la autoevaluación más bien ser planeada, sistemática e intencionada como parte del proceso enseñanza-aprendizaje [objeto de estudio de la didáctica] donde el profesor tiene el rol esencial en motivar e impulsar su aplicación?
Entonces, el principal objetivo del actual estudio consiste en establecer el estado de la cuestión sobre la autoevaluación del aprendizaje en la educación superior por medio de una revisión de literatura, la cual se identificó como la metodología más adecuada para descubrir tendencias de investigaciones, aportar a la discusión de la producción científica en este campo y generar reflexiones que lleven a transformaciones de las prácticas pedagógicas de los profesores.
La búsqueda bibliográfica fue profunda, se consideraron diferentes tipos de documentos seleccionándose un total de 69 estudios, que cumplieron con los criterios de inclusión establecidos. En ellos se identificaron tres tendencias: 1. la relación entre evaluación, autoevaluación y aprendizaje; 2. la autoevaluación en pro del aprendizaje para el desarrollo de capacidades de los estudiantes; 3. la autoevaluación y la medición del aprendizaje.
A partir de los resultados obtenidos, la autoevaluación se comprende como un acto de la persona misma (el estudiante), pero estimulado y apoyado por el otro (el profesor) desde afuera. En dicho acto de interdependencia se devela el sentido didáctico de la autoevaluación, concretamente cuando se apuesta a una evaluación integral, en la que el profesor evalúa y el estudiante autoevalúa; cuando ella establece relaciones con la evaluación, los objetivos, los métodos y los contenidos, todos coherentes y alineados entre sí para lograr aprendizajes duraderos.
Sin embargo, esos aspectos didácticos son poco abordados en profundidad; por tanto, podrían ser temas de futuras investigaciones. Igualmente, se podría indagar sobre la detectada incongruencia entre las creencias y las acciones de los profesores frente a la aplicación de la autoevaluación; por ejemplo, problematizar cómo el imaginario de los profesores sobre su rol de formadores en la universidad se relaciona con la práctica de la autoevaluación.
Por otro lado, llama la atención que aún exista una marcada tendencia de comprobar la efectividad de la autoevaluación, su coincidencia con las calificaciones del profesor, pero que sean limitados los estudios que enfatizan en la autoevaluación como un asunto ontológico, en el que se valora al estudiante como ser humano, como un todo y no únicamente desde su faceta como estudiante que es capaz de tener una calificación similar a la del profesor. La falta de confianza en el estudiante, como expresión de una postura preponderante y destructiva, podría ser un asunto de nuevas investigaciones sobre autoevaluación; es decir, se podría investigar desde otras miradas y enfoques. Y entre ellas se podrían considerar estudios longitudinales que abarquen a los egresados como profesionales en acción. Además, se sugiere indagar sobre la autoevaluación desde una dimensión multicultural, pues al parecer, en algunas culturas la autoevaluación es más aceptada que en otras.
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