En un mundo en el que el conformismo es norma, se necesita más que nunca volver a abrir la escuela a la participación del alumnado, y no solo a la relación dialógica que se da en la dinámica de la instrucción, sino a fomentar espacios verdaderamente democráticos.
En la sociedad existe un alto consenso de baja intensidad respecto al derecho a la participación social de los y las menores, más aún cuando son “muy jóvenes”. La idea de que los niños y niñas no poseen la madurez y experiencia suficiente de vida para decidir su camino se basa en una serie de variables y en una de ellas el profesorado ha sido clave. Que los niños y las niñas sean conscientes de sus derechos de ciudadanía, desde el ejercicio real de los mismos, es indispensable para fortalecer un paradigma educativo que considere al estudiante como protagonista de su proceso formativo.
En nuestro periplo en el GID “Educación inclusiva y formación en la práctica. Investigación-acción y transformación” de la Universidad de Valladolid, nos hemos encontrado con una maestra vinculada a los Movimientos de Renovación Pedagógica (MRP) que desarrolla en su aula acciones coherentes con sus convicciones democráticas. Nos pusimos manos a la obra y decidimos colaborar con ella, así, durante dieciocho meses fuimos testigos las dinámicas educativas que se desarrollaban en su aula de Infantil con niños y niñas de los 2 a los 6 años.
La finalidad de esta investigación se centró en identificar acciones concretas, discursos, diálogos y referentes educativos que favorecen que niños y niñas ejerzan su derecho a la participación en la escuela y a tener una educación coherente con los principios democráticos.
Al hacer un análisis de esta experiencia nos encontramos con una serie de acciones que agrupamos a continuación:
El predominio del diálogo, la negociación y las relaciones sociales basadas en el afecto
En el aula en la que colaboramos siempre se daban las condiciones para el desarrollo de actividades dialógicas: aquí, la voz del alumnado era la protagonista, al igual que los acuerdos y el consenso, explícita e intencionalmente fomentados por la maestra. Tanto en el aula de 4 y 5 años como en la de 2 y 3 años, observamos asambleas para organizar el trabajo y parlamentos en los cuales se acuerdan las leyes de la clase, en estas, los niños y niñas generan leyes y las escriben en hojas de papel con fecha, además, toda ley antes de ser publicada se acuerda por consenso.
La maestra destaca la importancia del respeto para establecer relaciones dialógicas y lo refuerza en múltiples ocasiones. Las negociaciones dialógicas se dan tanto en las interacciones diarias del alumnado dentro y fuera del aula, como en el momento de definir las actividades y proyectos de aprendizaje. Para generar estas negociaciones dialógicas la maestra se toma tanto tiempo como es posible, desde una lógica de “educación lenta”.
Los niños y las niñas también, por decisión propia, inician procesos de negociación dialógica con sus compañeros y compañeras y con las personas adultas que están en la clase cuando quieren dar a conocer un nuevo aprendizaje.
Por otro lado, en el aula hay una intención decidida de crear un clima de afecto y confianza que genere un sentimiento de pertenencia.
Esta intencionalidad se extiende también al niño o niña como sujeto de derechos y va siendo apropiada y practicada, como se muestra en acciones como: solicitar el permiso de la persona de la cual se hablaría y hablar de ella solo si esta lo permite; realizar acciones y productos para las personas que queremos; reafirmar que somos personas valoradas por todos los integrantes del grupo y que los sentimientos son respetados.
Visión positiva y crítica del conflicto
Para abordar los conflictos comunes, como el compartir un juguete, la maestra propicia acciones en las que es el alumnado quien resuelve la situación y para ello el diálogo de las partes es imprescindible.
Al hacer que los conflictos se trabajen de forma cotidiana, los niños y niñas los asumen de forma positiva, por lo cual fueron muy pocas las oportunidades en las cuales vimos a miembros del grupo ser sobrepasados por alguna situación y requerir de atención específica.
Cuando no hay acuerdos inmediatos entre el alumnado, o entre estos y la maestra u otros colaboradores, el conflicto se va tratando de forma paulatina a lo largo del tiempo.
Promoción de la igualdad y denuncia de la injusticia
El discurso por la igualdad y la justicia es un hecho constante en las sesiones en las cuales participamos. La maestra aprovecha las ocasiones que surgen y habla de las injusticias e invita a niños y niñas a dar su opinión.
En algunas ocasiones y bajo el amparo de los proyectos que realiza el alumnado en su proceso de aprendizaje, se abordan temas complejos como la igualdad de género, el respeto a los animales, el desarrollo de un mundo justo para todas las personas y se proponen acciones para hacer del mundo un lugar mejor.
Fortalecimiento de las relaciones con el entorno
Durante nuestra colaboración en el aula fuimos testigos de más de 15 sesiones dedicadas al estudio del entorno (social, cultural y medio natural) que recurrían al desarrollo de aprendizajes por medio de intermediarios pertenecientes a la comunidad educativa: salidas al campo y visitas de integrantes de la comunidad a la escuela.
Referentes teóricos
Durante esta investigación identificamos la relevancia que tiene para el ejercicio de la democracia en las aulas la incorporación de modelos y de referentes teóricos en la configuración de la identidad docente. En este caso, es natural que nuestra maestra utilice en su quehacer pedagógico a los Freinet, quienes mantienen que la moral no se enseña, se practica y que, para crear una atmósfera de confianza —regida por los principios básicos de libertad, disciplina y sentido de responsabilidad— se sirva de técnicas eminentemente freinetianas, como la asamblea.
Por otro lado, el uso del aprendizaje en el entorno y la libertad de elegir proyectos de aprendizaje de niños y niñas es una de las características de la pedagogía de Freinet que primero nos llamó la atención en nuestra observación. El alumnado de 4 y 5 años al finalizar sus proyectos suele crear revistas o exponer conferencias en las que comunica sus aprendizajes a las familias y la comunidad educativa.
También percibimos también la influencia de la pedagogía de la escucha de Loris Malaguzzi y su teoría de los cien lenguajes: el niño no solamente se expresa a través del habla; si le ofrecemos los recursos, tiene cien lenguajes para hacerse escuchar, somos las personas adultas quienes debemos desarrollar la capacidad de entender esos lenguajes.
En conclusión
En nuestro estudio hemos evidenciado la posibilidad de articular procesos consistentes y reflexivos en niños y niñas que vivencian sus primeras experiencias de participación en comunidad. En el caso queda patente el desarrollo de una pedagogía de la escucha, el diálogo y la negociación afectuosa, sustentada en una visión competente de la infancia.
La afectividad y el amor son sustanciales en las acciones observadas. Cada una de las acciones educativas descritas implican un “vivir el servicio con alegría” y un desarrollo implícito de la pedagogía del amor. Nuestra maestra en cada diálogo, instrucción o acción educativa genera un ambiente acogedor, amoroso, propicio no solo para comodidad de niños y niñas —quienes aprenden de forma significativa— sino también para las personas que diariamente cooperan en el aula, que se contagian de esta filosofía educativa.
Katherine Gajardo Espinoza
Universidad de Santiago de Chile (Chile)
Luis Torrego Egido
Universidad de Valladolid (España)
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