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La educación en el siglo XXI

Quizá en demasiadas ocasiones la educación se ofrece como el antídoto a todos los males del mundo, pero ¿para qué sirve la educación? Esta es una pregunta que nos deberíamos hacer a menudo quienes trabajamos en este ámbito. Probablemente las respuestas serían muy diversas, incluso una misma persona daría diferentes respuestas en distintos momentos de su vida. Podrían ir desde un desarrollo personal e individual a algo más instrumental y al servicio de la sociedad local, nacional o global o al servicio del mercado laboral, económico…


David Orr en una publicación recogida en cuadernos de Galatea menciona que muchos factores de los que depende nuestro futuro en cuanto a salud y prosperidad están en peligro extremo y esto no es por obra de gente ignorante sino de personas con licenciaturas y másteres, y añade que algunos de los episodios más vergonzantes de nuestra historia como el holocausto, fueron llevados a cabo por personas con altos niveles de educación. Por tanto, la educación puede ser o estar enfocada a distintos fines y no siempre tienen por qué ser los mejores caminos para un mundo próspero, en paz, justo e igualitario para todos.


En el artículo exponemos la importancia de aclarar hacía dónde se enfocan las políticas educativas, los planes o marcos que se proponen ante un mundo globalizado y qué es lo que se dice explícitamente y qué se queda en el subtexto.


Al igual que otras políticas (económicas, sociales, internacionales) la política educativa nacional está influenciada por organismos supranacionales como puede ser la UNESCO, la ONU, la Unión Europea o la OECD (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) ésta última organización, pese a no tener en su nombre ninguna referencia a la educación es la que lleva a cabo el programa internacional para la Evaluación de Estudiantes o Informe PISA (por sus siglas en inglés) que tanta influencia tiene en la valoración de algunos sistemas educativos. Esta organización que evalúa las competencias clave de los estudiantes en torno a los 15 años, en 2018 evaluó también una competencia transversal llamada “competencia global”, el concepto del que hablamos en nuestro artículo. Su marco conceptual en español lleva por título “Preparar a nuestros jóvenes para un mundo inclusivo y sostenible” un reto al que cualquiera se querría sumar.


Cuando hablamos de competencia, o de que una persona es competente estamos hablando de que cuenta con conocimientos sobre algo, habilidades para pensar o actuar en determinado sentido y actitudes y valores que dispongan a la persona a pensar y actuar de una manera determinada apoyándose además en ciertos principios morales. Si a esa competencia le añadimos el apellido “global”, no en el sentido de general o amplio, sino en el sentido de globo terráqueo, entonces estamos hablando de una competencia que permitirá a la persona tener conocimientos sobre cuestiones que atañen a todo el planeta, habilidades para desenvolverse en ese mundo globalizado, es decir interconectado y actitudes y valores que le dispongan hacia unas metas u otras y le permitan relacionarse con otras personas del mundo y con su entorno de manera respetuosa y crítica.


Cuando descubrimos el marco para la competencia global de PISA, a bote pronto nos pareció un camino interesante por el que transitar y que podía estar alineado con nuestros valores y principios, pero quisimos indagar más sobre cómo se había construido ese concepto que parecía tan atractivo para concretar aquello que durante años se había estado trabajando desde la educación intercultural, la educación para el desarrollo y la ciudadanía global en España.


Para ello en un trabajo de minería documental indagamos para conocer cómo se ha ido construyendo ese concepto, en qué contextos, con qué fines y qué limitaciones tiene. Respecto a los fines que persigue este concepto y para poder analizarlos, nos apoyamos en las clasificaciones de distintos autores, por un lado, en ver lo que se dice abiertamente de lo que se quiere alcanzar con ese concepto y lo que no se dice abiertamente pero que también está implícito en la conceptualización (para qué sirve la educación de esa competencia). Así como ver también en cuáles de los cuatro paradigmas curriculares principales con influencia histórica y actual en los propósitos de la educación (el racionalismo académico, el re-construccionismo social, la eficiencia social, o la ideología curricular centrada en el alumno) se habían posicionado distintos autores u organizaciones que han contribuido a la conceptualización de esta competencia.


Todo ello desde un análisis crítico que caracteriza el enfoque de la educación transformadora en la que nos posicionamos y desde la que ofrecemos una conceptualización propia de competencia global poniendo atención, además, a la educación intercultural como base fundamental y necesaria para alcanzar dicha competencia. Afirmamos la importancia de la educación intercultural como base para la formación en esta competencia debido a que ésta puede permitir el desarrollo y transformación personal y comunitario facilitado por el encuentro de personas con antecedentes culturales distintos y un trabajo colaborativo entre ellas que favorece el desarrollo de las habilidades, conocimientos y actitudes necesarias para la competencia global, que se encuentran en la mayor parte de los marcos encontrados sobre esta competencia basados en las relaciones humanas.


Con todo el análisis y recorrido realizado y al detectar una falta de un concepto en castellano que defina claramente la competencia global, proponemos entender esta competencia como: un objetivo de aprendizaje permanente que parte de una autorreflexión que facilita a las personas la capacidad y disposición para examinar cuestiones locales, globales e interculturales, comprender y apreciar las interdependencias globales, así como las diferentes perspectivas y visiones del mundo, establecer relaciones positivas en condiciones de igualdad y desde el respeto, con el objetivo de ser agentes transformadores que buscan la justicia social y la sostenibilidad del planeta.


María Sanz Leal

Martha Lucía Orozco Gómez

Radu Bogdan Toma

Universidad de Burgos (España)



Fuente: banco de imágenes pixabay

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