La investigación narrativa abre nuevos horizontes a la comprensión de la realidad, dado que se toma la narración como material de trabajo no solo para efectos de análisis documentario, sino que se comprende como fuente principal de una realidad cuya aproximación puede ser posible solamente por la trasposición del dato hecho por el narrador y recibido por el intérprete. Lo que hace que la relevancia no recaiga solo en el dato en sí, sino en el trasfondo narrado, y en la persona del lector que se transforma, en un nuevo plano, en intérprete y neonarrador.
Con estas palabras detalla Javier Feliciano Arnaldo Vega Ramírez, profesor en la Universidad Austral de Chile, las especificidades y valor añadido que supone el uso de la metodología que él ha usado en su artículo publicado en el último número de nuestra revista. Se trata de la narración biográfico-narrativa como método de investigación que, si bien, tal y como afirma el autor, ha tenido un repunte en los últimos años, sigue ocupando un lugar marginal dentro del campo educativo, que prefiere otro tipo de métodos cuantitativos y cualitativos, cuya muestra y vía de análisis den lugar a resultados más objetivos.
No podemos dejar de reconocer, a este respecto, que esta metodología cuenta con ciertos hándicaps. Por un lado, la muestra suele ser pequeña, llegando incluso -como es el caso del artículo del profesor Vega- a reducirse al análisis de un único caso; y, por otro lado, dicho análisis nunca es del todo objetivo, pues se trata más bien de un texto creado, de una construcción de discurso particular que mezcla el relato del sujeto de estudio y la interpretación del investigador, que no deja de poner su impronta más subjetiva en dicho análisis. Ahora bien, no por ello carece de relevancia, pues termina suponiendo una profunda reflexión compartida, en torno a un tema que supera la mera vivencia privada y personal, alcanzando una proyección pública general.
En el caso del profesor Vega, se analiza el relato de vida de una docente de Castellano y Filosofía chilena que, cercana a su jubilación, repasa los momentos más importantes de su profesión, desde que comienza sus estudios, hasta la actualidad, a punto de retirarse de la profesión. Aunque es cierto que esta docente hace un relato personal de su trayectoria, los puntos destacados y analizados bajo el prisma experto del profesor Vega, hacen que adquiera un interés público. No sólo porque las palabras de la docente destacadas tengan ya proyección pública, sino porque la selección del profesor, siendo esa y no otra, también la tiene. Esto hace que el lector, adquiriendo gracias a esta metodología el papel de tercer intérprete, pueda reflexionar, así como darse cuenta de ciertas cosas que ninguna otra metodología le podría dar. Es por este motivo por el que es importante apoyar la pluralidad metodológica, sobre todo en un campo tan complejo como el educativo.
Cuando nos acercamos a la realidad sólo desde determinadas perspectivas, dejando de lado otras, la reducimos y hacemos que pierda en riqueza. Nuestra revista está comprometida con la conveniencia de no poner límites al conocimiento educativo, por ello, aunque centrada en el área concreto de la teoría, defiende y siempre defenderá la pluralidad de métodos en su campo concreto de conocimiento. Recomendamos a toda aquella persona interesada en educación a vivir la experiencia de convertirse en lector-intérprete a través del artículo del profesor Vega, así como también animamos a investigadores y estudiosos a explorar una vía aún poco explotada y que tiene mucho que ofrecernos.
Alberto Sánchez Rojo
Universidad Complutense de Madrid
Editor Asistente de Teoría de la Educación. Revista Interuniversitaria
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