La correlación entre el ecosistema digital y la escuela no debiera reducirse a la instrumentalidad, pues los medios de comunicación funcionan como lugares de interpretación de la realidad gracias a las múltiples plataformas que la web posibilita como escenarios de función multidireccional de la apertura humana a la alteridad, donde la convergencia de medios proyecta la acción comunicativa a nuevas formas de producción del lenguaje cotidiano.
Estas breves líneas han sido extraídas del artículo La lectura, la creación textual y la alteridad en el marco de una didáctica digital, publicado en nuestra revista, en el último número de 2018, por el profesor Ciro Javier Moncada de la Universidad Santo Tomás y la profesora Magle Virginia Sánchez de la Universidad Manuela Beltrán, ambas en Colombia. Con este trabajo, sus autores pretenden llamar la atención sobre una didáctica que, más allá de utilizar la tecnología como mero medio dentro del proceso de enseñanza-aprendizaje, elabora todo un marco reflexivo en torno a las posibilidades de estos medios, sus potencialidades y cómo determinado uso de los mismos puede llevar al desarrollo de competencias que van mucho más allá de aquellas que en un principio queríamos trabajar. Todo ello lo hacen a través de un estudio de campo etnográfico llevado a cabo con adolescentes de un centro de educación secundaria colombiano, quienes permiten que su presencia en la web sea estudiada.
No dejamos de escuchar constantemente la necesidad que tiene la escuela de adaptarse a todo un contexto tecnológico que forma parte del día a día de nuestros jóvenes. Las nuevas generaciones nacen y crecen en un mundo tecnologizado, con acceso a una cantidad ingente de información y que, por tanto, les requiere desde etapas muy tempranas la adquisición de una serie de competencias que les permitan moverse por un mundo que, estando tan lleno, si no sabemos gestionar nuestro paso por él, podemos llegar a vivirlo como indiferente y vacío. A su vez, esto nos exige ser rápidos a la hora de aprender, así como a reaccionar de manera inmediata a los estímulos que constantemente recibimos, pues en un ambiente acelerado, responder de otro modo podría significar llegar tarde. Es por esta razón que, acostumbrados a esto, cuando estos jóvenes tienen que vérselas con los métodos tradicionales de la escuela, más focalizados en la pasividad que en la actividad y más en a quietud que en el movimiento, en muchas ocasiones desconectan.
Este es el motivo fundamental para que desde el discurso pedagógico dominante se empiece a potenciar una didáctica que, independientemente de la disciplina y el contenido, venga atravesada por un uso constante de estos medios. Si el aprendizaje informal viene tecnológicamente mediado, el aprendizaje formal, como continuación, no puede ser menos. Ahora bien, esto, así expuesto, tal y como demuestran los autores de este artículo, no deja de ser un uso instrumental de unos medios que van mucho más allá de ser simplemente medios. Las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), por el modo de funcionamiento que exigen, hacen que la gente interaccione, de una manera o de otra. Esto conduce, al mismo tiempo, a que, si queremos que esa interacción sea pedagógicamente positiva, determinadas otras habilidades deban ser trabajadas. En el caso de la investigación de estos autores, estas otras habilidades serán la lectura crítica y la creación textual, que permiten, por un lado, entender la intencionalidad del otro y, por otro, construirnos la propia.
Quizá estas habilidades no sean las únicas a adquirir; puede que, incluso, si los jóvenes objeto de estudio perteneciesen a otro contexto, fuesen incluso otras. No obstante, y esto es lo que merece ser aquí destacado, las TIC no pueden ser implementadas sin más. No son un mero medio. Y la didáctica no puede ser un área de aplicación de medios sin previa reflexión teórica sobre qué son esos medios en sí mismos, cómo influyen en los sujetos y cómo deberían ser utilizados para el logro de objetivos verdaderamente pedagógicos. En muchas ocasiones vemos estudios que se centran en la aplicación didáctica de determinados medios sin hacer mención alguna del sentido pedagógico real de los mismos. La didáctica se ve en nuestros días alejada de la teoría y, tal y como muestra este artículo, no hay didáctica que merezca la pena, si no va acompañada de una buena teoría.
Alberto Sánchez Rojo
Universidad Complutense de Madrid
Editor Asistente de Teoría de la Educación. Revista Interuniversitaria
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